Se consideran medicamentos de alto riesgo, aquellos que por sus características tienen un margen terapéutico muy estrecho y, cualquier error en la dosificación puede causar daños graves para la salud, incluso la muerte. Este tipo de errores cuando han sido descritos, no ha sido tanto porque fueran frecuentes, como porque las consecuencias podían ser fatales para los pacientes.

 

La primera vez que se describió una lista de estos medicamentos de alto riesgo, fue entre 1995 y 1996 cuando se encargó de hacerlo el Institute for Safe Medication Practices (ISMP) tras un estudio en 161 hospitales de Estados Unidos (EE.UU.).

 

Una vez realizado el estudio, llegaron a la conclusión de que existía un número limitado y constante de fármacos de alto riesgo y que sobre éstos se debía realizar un control exhaustivo. Desde entonces, esta lista de medicamentos de alto riesgo es referencia y se usa a nivel mundial en todos los centros sanitarios. A medida que va aumentando el número de principios activos que se van comercializando, se va generando nueva información sobre errores graves de medicación y la lista se va actualizando continuamente.

 

¿CUÁLES SON LOS MEDICAMENTOS DE ALTO RIESGO?

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La última lista publicada por el ISMP recoge todos los medicamentos de alto riesgo registrados hasta hoy, tanto de uso hospitalario como de uso ambulatorio. En esta lista aparecen 34 medicamentos que pueden englobar a todo un grupo terapéutico o ser medicamentos específicos. Las oficinas de farmacia, dentro del sistema de salud como centro donde los pacientes obtienen su medicación y último lugar de control sobre los medicamentos de alto riesgo, y los farmacéuticos, como garantes de los medicamentos, son los que deben prestar especial atención a la dosificación y administración de estos medicamentos. Los medicamentos de alto riesgo que se pueden presentar en el día a día de las oficinas de farmacias son:

– Grupos terapéuticos:

– Agonistas adrenérgicos IV (adrenalina, dopamina, L-noradrenalina)

– Anticoagulantes orales (acenocumarol)

– Heparina y otros antitrombóticos (antitrombina III, enoxaparina, heparina sódica)

– Opiáceos IV, transdérmicos y orales (todas presentaciones)

– Medicamentos específicos:

– Insulina SC e IV

– Metotrexato oral (uso no oncológico)

Para intentar prevenir estos errores y evitar daños mayores es fundamental que desde los centros sanitarios, incluidas las farmacias, controlemos:

– Que la dosis del fármaco de alto riesgo se exprese en unidades de masa fácilmente interpretables por el paciente.

– Efectuar un doble chequeo de los cálculos de los medicamentos.

– Informar y educar a padres y cuidadores, así como a los propios pacientes de la correcta administración de estos medicamentos de alto riesgo. De cumplir con una administración segura de los medicamentos de alto riesgo.

– La industria farmacéutica, debe a su vez, tener cuidado en el etiquetado de estos medicamentos de alto riesgo, favoreciendo la interpretación de las dosis administradas. En ocasiones, incluso se adjunta una relación de dosis de medicamento por kilogramos de peso del paciente, para evitar errores sobre todo cuando se trata de dosificaciones en niños y bebés.

 

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