Cuando un titular de farmacia decide marcarse unas metas que requieran hacer un cambio en su estructura o en su organización interna, llevará normalmente consigo un cambio físico en mayor o menor grado en su establecimiento. Y en este proceso es necesario tratar de sacar el máximo rendimiento al espacio con el que cuenta. Es decir, deberá optimizar el establecimiento.

Para esta catarsis lo primero que tiene que hacer es sentarse a analizar previamente las necesidades que busca cubrir con dicho cambio. ¿Cómo hacerlo? Estudiando las oportunidades y las debilidades de su local vs negocio y las fortalezas con las que cuenta que ha de seguir potenciando. Pero también a las que ha de sacar el máximo partido con un diseño acorde a las mismas.

Organizar una farmacia pequeña: diseño de farmacia

El primer paso es redimensionar el espacio disponible con el que cuenta, comenzando por hacer un reparto óptimo del mismo. Todo en base a esas necesidades que busca cubrir. Y para ello hay que  definir desde el inicio los metros que  se requieren si en su idea de desarrollo pasa por contar simplemente con un despacho para el titular. O si por el contrario necesita un espacio adicional desde donde ofrecer una zona de atención especializada para el paciente que permita una confidencialidad. También si necesita contar con un laboratorio de mayor dimensión a lo mínimamente requerido porque busca especializarse en formulación. También si, siendo por ejemplo óptico u ortopeda busca la especialización en estas categorías lo que demanda un espacio adicional teniendo que dedicar un espacio aparte para cumplir la normativa que permite desarrollar este área de negocio.

En definitiva, se trata de diseñar previamente y de forma correcta y empírica el espacio y ajustarlo a cada modelo de farmacia.

El almacén de la farmacia

A la hora de diseñar los espacios hay que ser más concienzudo si cabe cuando se va a estructurar el almacén. Y dedicarle exclusivamente los metros de cubitaje que se ajusten a la capacidad de compra de la farmacia.

El almacén será un espacio versátil que permita ordenar y clasificar el inventario de la farmacia siendo prácticamente una réplica de la exposición externa. La forma es creando de igual manera espacios delimitados físicamente en los que ubicar sólo el surtido de cada categoría. Evitando mezclar unas referencias con otras de diferente familia y definiendo para cada producto una localización exacta en el sistema informático de la farmacia.

Así todo el inventario estará perfectamente localizado y ubicado. Y será ésta la única forma de controlar exactamente lo que entra y sale según las compras y las ventas. Otra ventaja añadida será que el equipo en todo momento tendrá perfectamente ubicado la totalidad del surtido. Así como la reposición tanto de productos tipo A y B de cada tipo de producto por familias será más ágil.

Un almacén amplio pero ajustado se mantendrá organizado y tendrá más utilidad porque permitirá al gerente almacenar los C y D. También los productos de baja rotación y sin movimiento que, aunque teóricamente no deben existir en el inventario, siempre existen en un mayor o menor porcentaje en el almacén de cualquier farmacia. Asimismo, esto permitirá tener localizada esa cantidad ínfima y por supuesto mejor ubicada en el almacén que en una balda de la exposición externa. De esta forma siempre podrá ser mejor encontrada una referencia de este tipo por el equipo con el fin de ofrecerla cuando se presente ocasión.

Espacio interior: diseño de los interiores de la farmacia

Una vez definido el almacén hay que pensar por supuesto en cómo diseñar el espacio de venta.

Hacer un diseño lo suficientemente atractivo y sugerente como para que el cliente, cuando entre en nuestro establecimiento, perciba que sin duda está en el mejor lugar donde hacer su compra, debe ser el objetivo.

Conseguir un espacio agradable, con una exposición accesible sino al 100% casi en su totalidad, con un surtido seleccionado y con el añadido de una atención profesional basada en el consejo. Todo ello le supondrá una experiencia de compra para no olvidar.

Esto lo conseguiremos con un diseño funcional donde el marketing sensorial, cobra especial relevancia. Hay que recordar que el 35% de lo que olemos, el 2% de lo que oímos, el 15% de lo que probamos y sentimos es un valor muy importante en el proceso de la venta. Por eso hay que prestar especial atención en logar que lo que el cliente vea y sienta cada vez que entra en nuestra farmacia sea inolvidable.

Trabajar con elementos funcionales

De ahí la necesidad de trabajar con un mobiliario que sea funcional. También poner en valor el marketing de salida dentro del espacio de venta será la herramienta con la que incitar a la compra del consumidor, trabajemos con acciones promocionales y una comunicación atractiva que oriente al cliente.

El mueble en el que ubicar el producto debe ser versátil para poder modificar la exposición cuando sea necesario. Con todas sus baldas promediadas y a la misma altura en donde colocar las referencias seleccionadas a exponer según se extraiga de las estadísticas de venta por familia y de la rentabilidad de cada uno de los lineales que conforman la exposición.

La decoración interior debe ir en línea con nuestra imagen de marca, que a su vez debe ser clara concisa y coherente con nuestra especialización y nuestra razón de ser.  La implantación de una creatividad y un diseño acorde a nuestra seña de identidad y el uso de una cromática propia que nos identifique y no resulte estridente al cliente ayudará a permanecer en su recuerdo y aumentar nuestra relevancia y reconocimiento de marca, para ser diferente al resto.

Otro espacio: diseño de la fachada de la farmacia

No hay que dejar de hacer mención a un elemento que, aunque fundamental a veces se olvida: la fachada, sin duda la mejor tarjeta de presentación de la farmacia. Esta es junto a una buena ubicación y localización el mayor elemento de atracción de un cliente potencial, con ella se puede conseguir un mayor número de visitas, sobre todo si se trabaja bien y de forma coherente con lo que acontece dentro. Y conjugando entonces el marketing de entrada con el de salida.  Con una fachada llamativa en la que integrar una imagen propia, en la que comunicar los servicios de valor añadido que se ofrecen ajustándose al perfil de potencial cliente y nuestra especialización el numero de operaciones irá aumentando.

En conclusión, lo primero que tenemos que hacer cuando se decide hacer un cambio de imagen de nuestro establecimiento es sentarnos a diseñar una estrategia propia y pensar en todos los cambios posibles desde un análisis inicial personal con el que conocer nuestro punto de partida y nuestro objetivo a alcanzar y que permita optimizar el espacio con el que contamos.

No llega antes el que va más rápido sino el que sabe dónde va