Exceso de antibióticos

Los antibióticos desde su descubrimiento y su uso en medicina fueron la mejor opción en el tratamiento de infecciones bacterianas. Y lo son tanto de cara a la trasmisión como en la evolución de la enfermedad. Son, además, herramienta con la que prevenir el que una situación clínica se complique o agrave por una sobreinfección con bacterias.

La realidad hoy en día es que el aumento en el autoconsumo de antibióticos, los errores de prescripción y la falta de control en la dispensación ha producido un sobre abuso de este tipo de medicamento. Esto es así porque la población, de manera arbitraria, ha incrementado su uso en muchas ocasiones sin necesidad o de forma incorrecta. Un ejemplo claro es que es el tratamiento de elección que más frecuentemente utiliza el paciente ante un dolor de garganta o una amigdalitis que no sea por estreptococo, un resfriado, o una gastroenteritis, cuando todas ellas son causadas por un virus.

Consecuencias del exceso de antibióticos

Esta situación ha conllevado a que un tratamiento con antibiótico típico que tradicionalmente era altamente eficaz en una infección bacteriana ya no sea tan efectivo como debiera. Han dejado de actuar bien contra algunas cepas de bacterias, que se han hecho resistentes por una sobreexposición reiterada al antibiótico innecesaria. La OMS alerta frente a la alta resistencia que existe a terapias antibióticas, siendo éste uno de los problemas de salud más urgentes actualmente en el mundo.

El excesivo e incorrecto uso de los antibióticos son factores clave a la hora de generar resistencia bacteriana. Por ello es prioritario que, en conjunto, desde la medicina de atención primaria, los especialistas y la medicina hospitalaria junto al farmacéutico se realicen una prescripción y una dispensación de antibióticos más racional. Y estos últimos, junto al paciente, en general, se aseguren de trasladar la información necesaria con la que garantizar un uso correcto de estos fármacos, pues en muchas ocasiones al sentirse bien los primeros días el paciente suspende la terapia y la ingesta del antibiótico queda incompleta. Todas estas acciones a la larga podrán ralentizar el aumento de dicha resistencia antibiótica, que provoca a su vez enfermedades más graves y tratamientos más largos. Además, prolonga estancias hospitalarias, incrementa costes médicos y aumenta la morbilidad y mortalidad.

Resistencia a los antibióticos

La resistencia es un fenómeno que de igual forma se iba a producir, pues la evolución natural es que a estas especies -las bacterias- les sobrevengan cambios en su estructura con las que adaptarse y defenderse frente al medio en el que se encuentran. Estos cambios evolutivos protegen a la bacteria. Y limitan el efecto que le provoca dicho medicamento en la bacteria por impedir su acceso a su interior o porque la bacteria sea capaz de cambiar al medicamento y lo destruya antes de que lo haga él. Sin embargo, esta evolución se está acelerando. Y la realidad es que el que haya llegado antes, está directamente relacionada con un uso indebido de estos fármacos en humanos y/o animales.

Además, una bacteria resistente que sobrevive a un tratamiento es capaz de reproducirse y generar nuevas cepas resistentes. Éstas a su vez podrán multiplicarse con mayor celeridad y provocarán nuevas infecciones resistentes al tratamiento tradicional, pudiendo incluso llegar a trasladar a otros organismos similares sus propiedades de resistencia a los medicamentos. Y se ayudarán mutuamente a sobrevivir.

¿Qué podemos hacer para reducir los problemas derivados del uso de antibióticos?

Día a día se generan más y nuevas resistencias afectando por ende a la rapidez y a la gravedad de un determinado proceso infeccioso. Según la OMS aproximadamente un tercio del uso de antibióticos no es necesario ni apropiado. Si en un futuro se desarrollasen nuevos tratamientos, sin modificar comportamientos actuales, sin desarrollar campañas de vacunación, ni medidas higiénico sanitarias y alimentarias y sin asegurarse una mayor seguridad en las relaciones sexuales, la propagación de determinadas infecciones debidas a la resistencia crecería y traería un incremento de enfermedades. Para ello la población puede colaborar con una serie de medidas tales como:

  • Se tome antibiótico únicamente cuando los prescriba un profesional sanitario
  • Seguir las instrucciones de los profesionales sanitarios con respecto a su uso, no interrumpiendo su tratamiento en caso de mejora
  • No utilizar antibióticos que hayan sobrado de procesos previos a otros
  • Prevenir infecciones:
    • lavándose frecuentemente las manos
    • preparando los alimentos en condiciones higiénicas
    • evitando el contacto cercano con enfermos
    • adoptando medidas de protección en las relaciones sexuales
    • manteniendo las vacunaciones al día

Otras medidas

Los cambios de comportamiento también deben incluir medidas por parte de la administración sanitaria:

  • Establecer planes nacionales de acción para hacer frente a la resistencia a los antibióticos con campañas informativas de información y control de uso.
  • Mejorar la vigilancia de las infecciones resistentes a los antibióticos.
  • Aplicar medidas de prevención y control de las infecciones.

También es importante concluir el tratamiento indicado por el médico (dosis, tiempo y hora) pues el no hacerlo genera resistencia a los antibióticos y puede ser mortal, ya que el efecto que provocan en la infección es el correcto mientras se mantenga éste en el cuerpo en la concentración y el tiempo necesario para inhibir la reproducción de la bacteria y darle tiempo necesario a nuestro organismo para neutralizarle de forma definitiva. Con ello se evita una resistencia que puede progresar debido a la multiplicación de la bacteria y provocando una infección bacteriana por todo el cuerpo capaz de derivar en formas clínicas graves tipo sepsis, seguido de un shock séptico y /o fallo multiorgánico.

Efectos adversos de los antibióticos

Los antibióticos son la opción idónea para tratar enfermedades causadas por bacterias. Por su efecto bactericida o bacteriostático. Pero tienen como efecto adverso que debilitan las defensas y hacen más vulnerables al organismo frente a otros patógenos como los virus. Según los últimos estudios procedentes de diferentes universidades podemos concluir que un antibiótico provoca en el sistema inmune concretamente por un deterioro de las funciones de los neutrófilos, una alteración de la capacidad defensiva del organismo frente a diversos microorganismos causantes de una infección.

El uso por tiempo prolongado de una terapia antibiótica debilita la barrera intestinal al afectar la flora bacteriana. Esto es así porque en su acción bactericida no es capaz de discernir entre uno y otro tipo de bacterias, las “buenas” de las “malas”, pues destruyen también las primeras, que refuerzan las defensas a nivel intestinal contra microorganismos invasores. Lo mismo ocurre en las mujeres con la pérdida de flora vaginal, que trae consigo sobreinfecciones por hongos y otros microorganismos oportunistas que proliferan cuando pueden acceder si se rompe el equilibrio en esta flora. Además, según el tipo y el tiempo de uso de antibiótico utilizado, pueden llegarse a:

  • formar cálculos renales
  • alterar la coagulación sanguínea
  • provocar inflamación intestinal
  • generar coloración de los dientes
  • producirse fotosensibilidad al sol

Es importante y estrictamente necesario que un profesional sanitario capacitado para ello valore siempre antes de introducir o prolongar una terapia antibiótica. Además de los posibles efectos adversos frente al beneficio que puede proporcionar.