El 18 de noviembre se celebra el Día Europeo del Uso prudente de antibióticos. Iniciativa sanitaria desarrollada para dar visibilidad a la amenaza que supone para la salud la resistencia a los antibióticos. Cuando contraemos una infección causada por bacterias resistentes, los antibióticos no son válidos como tratamiento eficaz. Esto puede suponer un tiempo más prolongado en la cura de la enfermedad o incluso el agravamiento de la misma. De hecho, hay un dato verdaderamente alarmante y es que en España, unas 3.000 personas al año, mueren como consecuencia de infecciones resistentes.

Es fundamental concienciar a la población sobre las consecuencias del mal uso de los antibióticos. Especialmente en nuestro país, ya que hasta hace poco ocupaba el primer puesto del mundo en consumo de antibióticos. Bien es cierto que gracias al PRAN (Plan Nacional frente a la Resistencia a Antbióticos), el consumo de estos en España registró una bajada del 32,4% en salud humana y del 56,7% en Sanidad animal entre 2014 y 2020,. Pero éste es solo un paso que nos debe motivar a seguir luchando frente a la resistencia a antibióticos.

¿Por qué se produce la resistencia a los antibióticos?

El mal uso y/o abuso de los antibióticos a lo largo de los años ha provocado que las bacterias diana de estos tratamientos “aprendan a defenderse”. Desarrollando mecanismos de resistencia a esos antibióticos. Esto supone un importante problema de salud pública, ya que la pérdida de eficacia de estos tratamientos puede desembocar en la llamada epidemia del siglo XXI: la superresistencia.

¿Qué es la superresistencia?

Este concepto hace referencia al desarrollo por parte de ciertas bacterias de mecanismos de resistencia tan sofisticados que son casi inmunes a todo el arsenal antimicrobiano existente.

¿Qué podemos hacer ante la resistencia a los antibióticos?

En la farmacia, por ejemplo, es muy habitual encontrar pacientes que se quejan porque el médico no les ha prescrito antibiótico para un resfriado/gripe que presentan. Y así es labor del farmacéutico insistir en ese caso en que la mayoría de las veces, esas infecciones respiratorias son causadas por virus. Por lo que el tratamiento antibiótico no tendría efecto. Y, además, no haría sino empeorar la situación a largo plazo, por su implicación en el proceso de generación de resistencias que hemos comentado.

Se debe restringir el uso de antibióticos al momento en que el facultativo considere que son necesarios para tratar la enfermedad. También es fundamental que el tratamiento se tome según prescripción, durante el tiempo necesario y la dosis pautada, para minimizar la resistencia a antibióticos.

Y no sólo podemos contribuir a mejorar la resistencia de este modo. Según recomendaciones de la OMS, las prácticas relacionadas con la prevención y control de infecciones también pueden contribuir. Nos referimos a acciones que podemos hacer todos como el lavado de manos con frecuencia, evitar el contacto directo con personas enfermas, cumplir calendario de vacunas… y en este aspecto, desde la farmacia se puede contribuir ofreciendo estas recomendaciones a los pacientes.

En definitiva, es labor y responsabilidad de todos como sociedad, contribuir con las herramientas que estén en nuestra mano a mantener un uso prudente de antibióticos para un buen mantenimiento de la salud pública.