La Responsabilidad Social Corporativa o Responsabilidad Social Empresarial (RSC o RSE) es una disciplina que trata de establecer y conservar las buenas prácticas en las empresas. Y trabaja en el plano de la conciliación, el respeto al medio ambiente o la solidaridad.

 

También la farmacia puede desarrollar buenas prácticas en este sentido. Tratando de implantar acciones e iniciativas que fomenten el buen trabajo en equipo. Junto con el cuidado y el respeto medioambiental. O que con sus acciones sea solidaria, aportando su granito de arena al resto de la sociedad. Más allá del consejo profesional a los pacientes y de la labor sanitaria que cada día ejercen sobre la población.

 

Es un tema que incide de una manera muy positiva en la buena marcha de la oficina de farmacia y lo que ésta aporta a la sociedad. Por ello en 2013 el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) publicó un documento en el que se recogen las buenas prácticas que pueden realizarse en la farmacia. También se recogen las buenas prácticas generales recomendadas. Unas acciones también basadas en los preceptos en los que se han estado trabajando desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Farmacéutica Internacional (FIP). Los cuales tienen como objetivo definir el papel y las funciones de los farmacéuticos de cara a sus pacientes. Asimismo el impacto que estas tiene en el resto de la sociedad.

BUENAS PRÁCTICAS DEFINIDAS COMO COMPORTAMIENTO ADECUADO EN LA FARMACIA

Tal y como se define en el documento del CGCOF, como buenas prácticas se consideran aquellas “orientaciones o recomendaciones para la práctica profesional, generalmente de mínimos. Que deberían cumplirse para que una determinada actividad o ejercicio profesional pueda considerarse adecuado”.

Dichas orientaciones pueden también verse recogidas en los protocolos internos que la farmacia desarrolle. Con el objetivo de compartirlos con el resto del equipo. Por ejemplo, cómo deben actuar en torno a la atención al paciente. Asimismo a la conservación de medicamentos o a la gestión de residuos.

BUENAS PRÁCTICAS MEDIOAMBIENTALES

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Son aquellas prácticas que pasan por la correcta gestión de residuos. Además de la adecuación de una manera óptima todos los espacios de la farmacia con el objetivo de optimizar la competitividad de la misma. Pero, aún más, intentan establecer las pautas para:

– Reducir el consumo y el coste de recursos (agua, luz, energía…)

– Disminuir la cantidad de residuos.

– Reducir la emisión de vertidos a la atmósfera, ruidos y vertidos de gas.

BUENAS PRÁCTICAS DE CONSERVACIÓN

Los protocolos internos de la farmacia también pueden contemplar la correcta conservación de los medicamentos y los productos sanitarios que posee la farmacia.

En este sentido, las buenas prácticas de la farmacia pasan por:

– Optimizar el mantenimiento de sus existencias.

– Contar con las instalaciones adecuadas y conservarlas.

-Establecer procedimientos de retirada de los medicamentos. Y gestionar sus caducidades.

-Establecer determinadas estrategias y planes de contingencia en caso de desabastecimiento o situaciones de emergencia.

BUENAS PRÁCTICAS DE ATENCIÓN AL PACIENTE

Por la importante labor que ejerce la farmacia sobre la sociedad. Y por ser el primer punto de acceso a personal sanitario, ésta deberá contemplar una serie de buenas prácticas de cara a la atención al paciente, que pasan por:

– Establecer una sistemática de trabajo que quede reflejada en protocolos internos. La cual permitan tanto al titular como al resto del equipo, conocer los puntos a seguir en el día a día.

– Registrar un mínimo de información sobre el paciente y los tratamientos disponibles. Con el objetivo de mejorar la conexión de los tratamientos de los pacientes. Es decir, estableciendo determinadas herramientas. Por ejemplo los Sistemas Personalizados de Dosificación.

– Registrar los tratamientos farmacológicos de los pacientes con el fin de maximizar los beneficios y minimizar los riesgos inherentes al empleo.

– Contar con acceso a bases de datos de medicamentos, listados proporcionados por las autoridades. Además de libros de referencia sobre interacciones, reacciones adversas. Otros libros sobre formas galénicas, formulación magistral, toxicología. Además de libros sobre farmacología, guías de tratamiento, revistas científicas, legislación aplicable, etc.

– Contar con acceso a los datos farmacoterapéuticos de los pacientes.

 

En definitiva, buenas prácticas que ayudarán a mejorar la actividad que se desarrolla cada día en la oficina de farmacia, a hacerla más competitiva. Así como a aportar su granito de arena al resto de la comunidad.

 

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