La oficina de farmacia es un espacio de salud en el que se llevan a cabo a diario numerosas dispensaciones de medicamentos. En cada dispensación es fundamental sondear al paciente para saber si es para él, si es la primera vez que lo toma y sabe cómo tomarlo o si está tomando otros medicamentos para detectar posibles interacciones entre ellos, por lo que es fundamental conocer las principales interacciones farmacológicas.

 

Decimos que existe alguna interacción cuando el efecto de un medicamento se ve alterado por otro fármaco, algún alimento u otra sustancia tóxica.

 

Podemos encontrar diferentes tipos de interacciones.  Por un lado, las interacciones medicamentosas de tipo farmacocinético, que son las que se producen a nivel de la absorción y/o ruta metabólica del fármaco. Y por otro, las interacciones de tipo farmacodinámico, que son  a nivel del efecto terapéutico del mismo.

 

Niveles de interacción farmacocinéticas

Dentro de las interacciones farmacocinéticas, podemos observar interacciones a distintos niveles:

  • Absorción: a este nivel un claro ejemplo es el cambio en la biodisponibilidad del ciprofloxacino. Así, se ve reducida si éste es administrado junto a hidróxido de aluminio porque se provoca la formación de quelatos.
  • Distribución: la ingesta conjunta de digoxina con ácido salicílico provoca una elevada unión a proteínas plasmáticas. Esto provoca el desplazamiento de la digoxina por dicho ácido.
  • Metabolismo: puede ser bien por Inducción enzimática (por ejemplo, la rifampicina activa el metabolismo enzimático de los anticonceptivos orales) o por inhibición enzimática (el omeprazol actúa sobre el citocromo CYP2C19 disminuyendo la efectividad del clopidogrel).
  • Excreción: con ciertos medicamentos como la acetazolamida se puede alcalinizar la orina. Esa modificación del pH urinario favorece la eliminación de fármacos como el ácido salicílico. Desde este punto de vista también debemos tener en cuenta que pacientes que presenten deterioro en la función renal, corren el riesgo de acumulación de fármacos con estrecho margen terapéutico como ocurre con la digoxina.

Otras interacciones farmacológicas: las farmacodinámicas

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En cuanto a las interacciones farmacodinámicas podemos ver casos en los que aumentan los efectos adversos (como ocurre por ejemplo al combinar gentamicina/tobramicina con cefalotina). Otros, en los que se potencia la actividad farmacológica (como el caso de trimetoprim y sulfametoxazol, que juntos presentan una sinergia en el efecto antimicrobiano). O incluso encontrarnos con una respuesta que supone un efecto antagónico (como el que se produce al administrar anticoagulantes con vitamina K, con la consecuente disminución del efecto anticoagulante).

 

También existen interacciones de medicamentos con alimentos. En esta caso, tal vez los más característicos son los que provoca la ingesta de alcohol, que induce distintos tipos de interacción dependiendo del tipo de medicamento con el que interactúe, con el que se recomienda  generalmente evitar  su consumo mientras se toma medicación. También el zumo de pomelo, que puede aumentar la biodisponibilidad de ciertos medicamentos debido a la inhibición de la isoenzima CYP3A4 del citocromo P450, con el consecuente riesgo de sobredosificación. O el regaliz, que puede interaccionar con fármacos para la insuficiencia cardíaca congestiva, además de reducir los efectos de los fármacos diuréticos y para la presión arterial.

 

Como podemos ver, hay diversos tipos de interacciones farmacológicas que deberemos tener en cuenta a la hora de dispensar medicamentos en la oficina de farmacia. Pero sobre todo, reforzando el papel del farmacéutico como especialista en salud y cuidado del paciente.

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